Página 12 – La visita de las 5 a la ESMA, remota y dedicada a la joven Franca Jarach
«Compromiso social y militancia estudiantil: los valores de una generación» fue el nombre del encuentro que en tiempos normales consiste en una visita guiada de tres horas por el que fuera un emblemático centro del horror en dictadura. Detalles del segundo encuentro a distancia.
Franca Jarach tenía 18 años cuando, un 25 de junio de 1976, fue secuestrada, detenida en el centro clandestino de la ESMA y, luego, desaparecida. Militante de la UES mientras cursaba la secundaria en el Nacional Buenos Aires, la historia de Franca es la evocación a toda una generación comprometida que fue desaparecida y torturada durante la última dictadura cívico militar. Por este motivo, a ella estuvo dedicada la «Visita de las cinco», de este sábado una actividad que organiza el Museo Sitio de Memoria ESMA los últimos sábados de cada mes en homenaje a los detenidos desaparecidos.
«Compromiso social y militancia estudiantil: los valores de una generación» fue el nombre de la visita que, por segunda vez desde que empezó la cuarentena, se realizó de forma remota. El encuentro –del que participaron la madre de Franca, Vera Jarach; el ex jefe de gobierno y compañero de Franca en el secundario, Aníbal Ibarra; Beatriz Ruíz y Diana Guelar, autoras del libro «Los chicos del exilio»; la sobreviviente de la ESMA, Marta Álvarez; la estudiante y vocal del Centro de Estudiante del Nacional Buenos Aires, Malena Arouh; y el escritor Martín Kohan – tenía como objetivo «seguir construyendo memoria colectiva de manera remota» y poder encontrarse, en esta ocasión, «para hablar de la militancia estudiantil y el compromiso social de toda una generación», según indicó Alejandra Naftal, directora del museo.
La visita comienza con Vera Jarach, histórica referenta de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y madre de Franca. Ella es un recuadrito en la pantalla, con la cabeza casi pegada a la cámara de la computadora para escuchar mejor, el flequillo blanco y lacio cayéndole por la frente y escondiendo una sonrisa que le arruga los ojos. Vera, con 92 años, se lanza sobre la pantalla, atraviesa la virtualidad y pregunta: “¿Se me escucha bien? ¿Pasaron ya el video? Pensé que lo iban a pasar primero”. El resto de las y los integrantes se ríen, cariñosos, y le explican que lo acaban de pasar. El video, con el que se da comienzo la trasmisión, consiste en una voz en off que recita un poema que escribió su hija en la adolescencia, y comienza así: «A la mañana paso cerca de un sitio rodeado de muros altos grises tristes sucios de carteles, de vote lista azul un día miro adentro es una villa miseria. Gente más gente. Vestida de tela barata desnuda de felicidad. Una chica me ofrece limones ‘cien la docena, cómpreme’. Tiene trece años, más o menos mi edad».
Vera, sin embargo, a pesar de las dudas, de su edad, de si funciona el micrófono o Internet, arremete con firmeza: «Este encuentro no es totalmente remoto. Me voy emocionando de antemano porque los recuerdos, las voces de sus compañeros, su afecto, no son virtuales. Existen y están acá presentes». Las voces a las que se refiere son las de Aníbal Ibarra y Diana Guelar, compañeros de Franca durante el secundario, y la de Marta Álvarez, quien se encontró a Franca en la ESMA cuando estuvieron secuestradas. «Con Franca compartimos una época, una escuela y una edad. Vivimos la dictadura durante una adolescencia de pasiones, valores y amistades que son para siempre. Y ella, como tantos jóvenes, fue una enemiga para la dictadura, porque llevaba esos principios de amor por la justicia a la militancia», recuerda Ibarra.
La traba del silencio, de la culpa o la dificultad para hablar de las experiencias sufridas — ya sea el exilio o la detención en un centro clandestino- – es uno de los hilos que guían la visita, además del recuerdo de una época de militancia. «Costaba mucho hablar, había una especie de jerarquía del dolor, y no nos sentíamos habilitados para hablar porque habíamos tenido la suerte de sobrevivir», cuenta Beatriz Ruíz. «No era fácil encontrarnos con los familiares y hablar de sus hijos que no estaban más siendo un sobreviviente que había pasado por esa misma situación y estaba con vida», explica, por su parte, Marta Álvarez. Sin embargo, ambas cuentan que conocerla a Vera fue una de las mejores cosas que les pasó, que las habilitó a hablar. «Las Madres tenemos tres consignas: Memoria, Verdad y Justicia. Yo tengo un cuarta y es ‘Nunca más el silencio'», proclama, Vera Jarach.
Informe: María Cafferata