Jornada de cine y memoria en la ex ESMA
El sábado 25 de septiembre se realizó una nueva edición de La Visita de las Cinco, el tradicional encuentro que organiza el Museo Sitio de Memoria. Con la moderación de Conrado Geiger se analizaron las películas Un muro de silencio, Kamchatka e Infancia clandestina.
El sábado 25 de septiembre se realizó una nueva edición de La Visita de las Cinco, el tradicional encuentro que organiza el Museo Sitio de Memoria ESMA, dependiente de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, el último sábado de cada mes. En esta oportunidad, y en el marco de Los Trabajos de la Memoria, la temática fue en torno a «Cine y Memoria: la ficción en la construcción de las memorias colectivas».
Los invitados y las invitadas fueron: Cecilia Roth, actriz; Marcelo Figueras, periodista y escritor; Benjamín Ávila, cineasta; Lita Stantic, cineasta y productora.
La moderación de la visita estuvo a cargo de Conrado Geiger, quien se refirió a los últimos 35 años del cine argentino, en relación a las miradas y los enfoques utilizados en distintas películas para abordar el terrorismo de Estado y la dictadura. Así dio el pie al video de presentación que mostró recortes de distintos filmes, los que abordaron el tema en diferentes épocas.
El análisis se abordó a través de la elección de tres películas que fueron realizadas en tres décadas diferentes. Una es de 1992 (Un muro de silencio), otra de 2002 (Kamchatka), y la última de 2012 (Infancia clandestina). Sobre cada una de ellas reflexionaron los invitados.
Lita Stantic directora de Un muro de silencio, la única película que dirigió, contó su experiencia: “En realidad no pensaba dirigir, quise escribir una historia que terminé escribiendo con Graciela Maglie. Hay dos cosas que se sumaron a este proyecto, mi intención era hablar de lo enfermo que es el silencio. En esa parte tiene que ver un poco mi historia con Pablo (Szir) el padre de mi hija, mi pareja en una época, y el silencio que de alguna manera tuve que mantener con mi hija, porque por distintas razones se dio que era muy difícil explicarle que podía ver al padre, pero que podía ser la única vez que lo viera. Por otro lado en el año 86 vino Julie Christie, para filmar Miss Mary, y ella estaba muy comprometida políticamente, y hacía muchas preguntas sobre lo que había pasado acá. Por eso quise hacerla a través de este personaje extranjero que viene de Inglaterra, y que no entiende muy bien lo que pasó. Y me largué a dirigirla”. Se refirió así a la importancia de derribar el silencio: «La intención era contar lo insano que es el silencio. Cómo, de alguna manera es muy difícil comunicar algo, pero que hay que comunicarlo. Hay un muro de silencio que hay que derribar. La única manera de derribar estas cosas es hablándolas, teniéndolas presente. Por eso pienso que lo más grande que tuvimos el siglo pasado, el momento histórico más importante, son las Madres de Plaza de Mayo».
Luego fue el momento de Marcelo Figueras, que habló tras proyectarse un fragmento de Kamchatka, película en la que fue guionista y que se basó en su libro homónimo. «La espantosa sensación de que era una pústula del tamaño de un cráter que necesitaba ser sacado. Con Marcelo (Piñeyro) íbamos descartando ideas y cada vez este bichito, esta sensación de que lo que hay que hablar es de lo que se sigue sin hablar. Volver a retomar este tema. El contexto seguía siendo el contexto de una impunidad absoluta. A partir de Kamchatka se retomó con los procesos de memoria verdad y justicia que todos estamos agradecidos. Si la película colaboró un poco, me parece que uno ya tiene vida justificada». Cecilia Roth tomó la palabra para hablar sobre su experiencia con la película: «Lo que pasó con Kamchatka, siguiendo lo que estaba diciendo Marcelo, es que abrió una puerta. Mucha gente iba al cine tal vez porque los protagonistas éramos conocidos. Cuando leí el guion entendí cuál era la narrativa, qué era lo que iba a contar la película, más allá de lo que se ve. Porque tiene muchas capas la historia. Lo que atraía en Kamchatka era ver qué era esa película, con un afiche que no contaba mucho de lo que se trataba. Y la gente se sorprendía de haber podido atravesar un cuento político, que era la historia de lo que había pasado en su país, hacía muy poco tiempo».
Con Infancia Clandestina fue el turno de Benjamín Ávila, director de la película que se estrenó en 2012 en un contexto político muy diferente al de las anteriores. «Infancia está basada un poco en lo que vivimos mis hermanos, mi mamá y la pareja de mi mamá en la contraofensiva de Montoneros. Una época muy difícil de ser narrada. A la hora de encararla fue muy difícil. Yo aproveché la mirada externa de un amigo (Marcelo Müller) con el que escribí la historia, que era de Brasil», explicó Benjamín. El director habló además acerca de la temática central del film: la clandestinidad. «La película tiene esa combinación. De hablar de lo cotidiano, que era la clandestinidad. Sin esa aura de la muerte, la tortura y la persecución. Clandestinidad era vivir una vida oculta. Para mí una de las cosas más importantes para romper era poder traer lo que yo recordaba. La clandestinidad no era estar detrás de la puerta esperando que vengan a matarme. Era que mi mamá me retaba porque no comía la milanesa, porque no había hecho la tarea para el colegio, y porque tenía que tener cuidado de no decir mi nombre en el colegio. Todo eso era la clandestinidad».
El cine es una de las tantas expresiones culturales que nos acercan a experiencias del pasado reciente y contribuyen a la construcción de la memoria colectiva, es una forma de expresión que acerca, hermana, tiende puentes y sobre todo, sana. En su libro No habrá flores en la tumba del pasado, Luciana Da Silva Catela describe en su prólogo esa sentimiento social que necesita un emergente: “La gran fractura social provocada por el terrorismo de Estado en la Argentina en la última dictadura militar, está presente en nuestro quehacer cotidiano. Distintos actores y en distintos escenarios, elaboran sus efectos, sus legados, sus lecciones, con distintas interpretaciones y sentidos diversos, a menudo en conflicto. En distintos planos de la sociedad, de la política y de la cultura, se manifiesta que los intentos de “escapar” de esos pasados nunca han sido exitosos, ni en el mediano ni en el largo plazo. No hay manera de cubrir el pasado con un manto de olvido, ya que surgirá y se manifestará en los escenarios más inesperados”. Apoyamos estas acciones que contribuyen a la incorporación de esas vivencias dolorosas y catastróficas a nuestro presente.
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