A partir de 1977, el Grupo de Tareas de la ESMA comenzó a organizar un sistema en torno a las mujeres embarazadas, para mantenerlas con vida hasta el momento del parto. Los recién nacidos generalmente eran entregados a integrantes de las fuerzas represivas o a sus allegados. Las mujeres embarazadas eran ubicadas en una celda a la que llamaron «pieza de las embarazadas» y no accedían a control médico alguno. El director de la ESMA, Rubén Jacinto Chamorro, denominó a este lugar la Sardá por izquierda o la pequeña Sardá, en referencia a la maternidad de la ciudad de Buenos Aires que lleva ese nombre.
En este lugar se diseñó una acción opuesta y complementaria a Capuchita: un espacio con luz blanca de mucha intensidad. Al mismo tiempo se escucha la voz de Sara Solarz de Osatinsky, sobreviviente que fue testigo de muchos partos.